Esa mala costumbre que tienen algunos de nuestros concejales de hacer un uso irresponsable, poco meditado y sin fundamentos de la facultad que les permite cambiar el nombre de nuestras avenidas y calles.
Como forma principal de demostrar que están ocupados en legislar y en hacer un trabajo importante y valioso en beneficio de nuestra comunidad, se dedican con esmero a reemplazar el número que identifica nuestras arterias principales y secundarias, cuando las primeras no alcanzan, por algunos nombres propios. Salvo contadas excepciones, los nombres con los que se designan las calles pertenecen a personajes ignotos, irrelevantes, de dudosa moral, sinvergüenzas, ajenos a nuestra localidad.
En algun caso su único mérito reconocido fue el de haber desarrollado y organizado una actividad altamente lucrativa, a través de vilipendiar y desacreditar, mediante denuncias calumniosas e injuriosas, carentes de todo fundamento, a las autoridades de algun establecimiento público que, en determinado momento de nuestra historia, podía hacer fracasar su emprendimiento comercial.
En algun caso su único mérito reconocido fue el de haber desarrollado y organizado una actividad altamente lucrativa, a través de vilipendiar y desacreditar, mediante denuncias calumniosas e injuriosas, carentes de todo fundamento, a las autoridades de algun establecimiento público que, en determinado momento de nuestra historia, podía hacer fracasar su emprendimiento comercial.
¿Serán adrede las medidas que adoptan? ¿las realizan en un momento de hastío? o ¿lo harán concientemente?.
No, no, no. Me niego a creer que consciente y premeditadamente se dediquen a borrar a mano alzada y con una firma posterior que rubrica dicho acto, la identidad de un pueblo, una de nuestras marcas identitarias que nos une más al lugar que nacimos y crecimos.
Me niego a creer que lo hagan sabiendo que tenemos que cambiar nuestras direcciones en la correspondencia, membretes, tarjetas, facturas, curriculums, etc., con el gasto y fastidio que ello genera.
Me niego a creer que lo hagan para que nuestros visitantes, proveedores de comercios, huéspedes y amigos que llegan a nuestra ciudad se desorienten, pero ¡si hasta nosotros mismos desconocemos las modificaciones realizadas!.
¡Cuánto ladrón de medallas! ¡Cuánto figuretti y burro retratado para la posteridad en los medios informativos regionales! ¡Cuánto despacho usurpado por ganapanes!.
Del otro lado quedan ciudadanos con dignidad moral, pudorosos en las acciones y en las palabras, dignos de elogio y reconocimiento. ¡Cuántos merecedores de premio en el olvido!.
Para éstos últimos queda el consuelo que su nombre no será usado ni para: molestar la vida de los vecinos, ni para acumular tierra, ni para ser salivado por guanacos consuetudinarios, ni utilizado como cesto de basura, ni como piscina ante la caída de dos gotas de lluvia, ni mancillado por el martillo neumático de algun contratista de construcción, ni puesto a la misma altura de aquellos que nada hicieron.